martes, 9 de abril de 2013

perfil del suelo 2

Perfil del suelo.

         El perfil de un suelo es la sección o corte vertical que describen y analizan los edafólogos con vistas a describirlo y clasificarlo. Este suele tener un metro o dos de profundidad, si la roca madre, o el material parental, no aparece antes. Este modo de proceder, no significa que puedan alcanzar mucho mayor espesor en algunas ocasiones, sino que con vistas a clasificarlos tan solo se utilizan los mencionados uno o dos metros superficiales, dependiendo de la taxonomía concreta que utilicemos. Como profesionales solemos incurrir en la manía de pasar a hablar inmediatamente de sushorizontes constituyentes. Sin embargo, puede darse el caso que un suelo (o medio edáfico) no atesore más que uno o dos horizontes (a veces muy parecidos), siendo fácil confundir a los no iniciados. Por tanto, esta es la primera lección que debemos aprender: no todos los perfiles de suelos tienen que estar necesariamente constituidos por varios horizontes. Existen dos razones principales.

1.        Que el suelo sea muy joven y no transcurriera el tiempo necesario para que se       
          desarrollen estas estructuras macro-morfológicas
2.    Que existan procesos que tiendan a homogeneizar el perfil impidiendo la     
    emergencia de estas capas. Si este es el caso hablamos de edafoturbación, por cuanto existen diversos mecanismos que pueden ser responsables de mezclar los materiales e impedir que se generen. Pero también puede ocurrir que los materiales se remocen una y otra vez, mezclando y destruyendo unahorizonación previa, si ésta existía. ¿Qué mecanismos?: hieloprocesos mecánicos relacionados con la propia naturaleza de los materiales edáficos (especialmente su contenido y tipo dominante de arcilla), la actividad de los organismos del suelo, etc.
               Pero vamos a entrar en detalles. El perfil del suelo, en el sentido amplio del        
               término puede dividirse en 6 capas y horizontes, sin que esto signifique que      
               no pueden  faltar algunas de ellas. Estas serían según profundizamos desde la      
              superficie:

1.  Los horizontes orgánicos desprovistos de materia mineral, llamados a menudo“0” u “H”
2.  Los horizontes órgano-minerales, es decir más o menos ricos en materia orgánica y mineral. Estos suelen calificarse como horizontes “A
3.   Los horizontes de lavado, en el que los minerales más fáciles de descomponer por la acción del clima, organismos y materia orgánica, desprenden partículas (limos arcilla, moléculas orgánicas, nutrientes) al siguiente horizonte. Se trata de los horizontes “E”.
4.  Los horizontes minerales edafizados, es decir muy afectados por los procesos que ocurren en el suelo, a los que se suelen denominar horizontes “B
5.   Horizontes poco edafizados en donde puede discernirse la estructura de la roca o material parental de la que proceden los suelos y que reciben el apelativo de Horizonte“C”.
6.   La roca madre o material parental, poco o no alterada, a la que denominamos 
               “R” o “D.




            En la práctica, los horizontes orgánicos no “suelen” tenerse en cuenta con vistas a la clasificación de un suelo, como tampoco los R (“en general”), ya que en sentido estricto no forman parte de él. Los últimos son rocas y su estudio concierne a la litología (geología), mientras que los primeros pueden ser muy efímeros, pudiendo cambiar de morfología en pocos años. Más aun, muy a menudo los horizontes E o no aparecen o son difíciles de discernir. Por estas razones, en muchos cursos tan solo se mencionan los Horizontes A, B y C. Una clasificación sencilla de los horizontes orgánicos  la podéis encontrar pinchando en este post:. Para clasificar correctamente los horizontes R debe utilizarse una clasificación litológica.

         Tampoco debe olvidarse que el perfil del suelo puede albergar horizontes de transición entre el suprayacente y subyacente, atesorando propiedades intermedias. Cuando esto ocurre, con vistas a su denominación, de uno u otro modo, se utiliza una combinación de las letras que designan a los horizontes principales entre los que se encuentran (por ejemplo, AB, AC, etc.).  

 


      Generalmente, los suelos más jóvenes o menos evolucionados tienen una horizonación muy simple de su perfil del suelo. Esta es del tipo A – R. Conforme, evolucionan, el número de horizontes tiende a incrementar, si no existen los comentados procesos de edafoturbación. Tal como aparece en el siguiente esquema.

 

          Incremento de la complejidad de los perfiles del suelo con el tiempo

       El horizonte A tiende acumular materia orgánica tornándose, por lo general,  más oscuro que los demás. El problema para ser precisos radica en que existen muchos subtipos de horizontes distintos para cada uno de los tipos mencionados.

 

         ¿Se mantiene siempre la secuencia de horizontes previamente descrita desde la superficie hasta el material parental? La respuesta obligatoria a esta cuestión debe ser : ¡No!. Se trata de un modelo ideal, pero existen circunstancias muy variadas que dan lugar a excepciones a esta regla. Pongamos un par de ejemplos. Los suelos de las cimas de una ladera pueden erosionarse y transferir sus materiales a los de posiciones más bajas. No es inusual que en ciertas ocasiones un perfil “normal” se encuentre recubierto por los materiales de horizontes generados colina arriba, generando secuencias atípicas en donde un horizonte A, B, o C puede superponerse a otro A del perfil de un suelo ya cerca de la base de la ladera. Del mismo modo, un perfil edáfico puede ser sepultado por una capa de lava, que al enfriarse se transforma en roca. El resultado es que un horizonte R se superpone a un perfil normal. Existen otras muchas combinaciones que podrían citarse. Sin embargo, en ausencia de perturbaciones lo normal es que la secuencia se mantenga, con un mayor o menor número de horizontes.     


 


            La mayor parte de los horizontes son más o menos paralelos a la superficie del suelo, como se puede observar en la siguiente figura, sin que ello quiera decir que no sean exactamente paralelos a la superficie del terreno, ya que las fronteras entre unos y otros pueden ser muy sinuosas. 

 

      En estas descripciones básicas, suele soslayarse la existencia de suelos casi puramente orgánicos, es decir prácticamente carentes de materia mineral. Se trata de lo que en edafología se denominan Histosoles y en el lenguaje popular turberas. Como es lógico, el perfil de estos suelos difiere mucho de los mimerales. Estos también pueden (o no) atesorar horizontes de otro tipo que suelen ser clasificados en función del grado creciente de descomposición de la materia orgánica en fíbricos, hémicos y sápricos, como ya describimos en nuestro post.

 

             Suelo orgánico, Turbera o Histosol
           Finalmente cabe señalar que aunque generalmente los horizontes del suelo son mucho más blandos y deleznables que las rocas de las que proceden, no siempre es así. A veces, según el grado de desarrollo y los materiales que lo componen, algunos horizontes pueden cementarse y adquirir una dureza que puede superar a las de sus rocas madre. En tales casos se denominan “horizontes endurecidos, pétreos o “cretas”. Si el agente cementante es el hierro hablamos de ferricretas, si lo es el silicio de silicretas, si es el calcio de calicretas u horizontes petrocálcicos, etc.
Jenny Bracho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario